UN OSCURO ACOMPAÑANTE
No eran horas para que una mujer, de sutil
belleza, anduviera sola por la calle. Volvía, una y otra vez, la cabeza hacia
atrás. Mantenía un ritmo que le provocaba una fatiga creciente. La mujer
serpenteaba entre las callejuelas intentando disuadir a su perseguidor. Giró a
su izquierda topando con una extraña figura entre las sombras que frenó su
huida. Su perseguidor se acercaba. La mujer miró a su perseguidor, y guiñándole
el ojo, cogió la mano de entre las sombras, rendida por la oscuridad, se marchó
callejón adentro.
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