En estos días, en los que el cansancio puede con todo a su paso y en los que se pueden percibir los últimos suspiros de un viejo carcomido, recuerdo esas noches a tu lado. Eran épocas diferentes a las de ahora. Recuerdo esa ventana desde la que charlábamos como si una simple reja pudiera frenar ese primer amor de verano. Era una fuerza que escapaba a cualquier obstáculo, no quedaba otra alternativa que esperar su curso. Y aquí me hallo yo, sentado frente a esa ventana, con unos retratos sonriéndome desde amarillentos papeles. Esperando el último paso de esta frenética vida.
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